Entradas populares

domingo, 19 de julio de 2015

.

Todos en el amor somos
un poco Ícaro,
volando con alas
que alguien nos ha puesto,
dando tumbos entre
dos líneas rojas que no debemos sobrepasar,
y que al final
yo siempre acabo atravesando a cabezazos.

Y así no se puede.

Que uno también necesita
estar tranquilo,
no sólo feliz,
y joder, a veces cuesta tanto...

tanto que nos quedamos
por el camino,
y no nosotros mismos,
sino parte de lo que somos, lo que éramos.

Que lo bueno nunca es cambiar por alguien,
sino encontrar a alguien
por quien merezca la pena cambiar,
mejorar, poner luz a las oscuridades
que no nos gustan,
pero que las acepte a pesar de todo.

Y al final del proceso
uno acaba siempre diferente.
Los que vuelven de la guerra
no son los mismos que quienes se fueron  -escribió una vez Escandar-.
Pues con el amor es lo mismo.

Hacemos cosas que no nos gustan,
por personas que sí nos gustan
pero a las que quizás gustemos menos de lo que nos gustaría,
y qué broma de tan mal gusto.

Se supone que el amor tenía que hacerme feliz,
no un monstruo más asustado que nadie,
una roca que no quiere sentir más,
o más bien, que tiene miedo de hacerlo,
porque ya le fue mal demasiadas veces,
asqueado de lo que es ahora,
de lo que fue capaz de hacer
sólo por sí mismo.

Hablo del egoísmo de un quédate,
de la desesperación de un no te vayas,
de la engañosa falsa similitud entre un
si te hubieras quedado
y un
si no te hubieras ido.

Hablo de lo que hubiera pasado
si hubieras vuelto.
Si tan solo hubieras vuelto.

Que yo no quería que me entiendeses,
sólo que me escucharas
cuando este puto mundo achuchase,
que mejor que fueras tú quien me achuchase,
que fueses tú
quien me tendiese una mano
o se tendiese en el suelo a mi lado
para decirme que no me preocupe,
que desde aquí podemos ver mucho mejor el cielo.

Creo que no pedía tanto, joder.
Pero no. No pudo ser.
Empiezo a pensar que no puedo ser.

Que no me dejaste otra opción
que correr para salvar mi vida,
porque te la estabas comiendo entera.
Pero vaya mierda de vida ahora.

¿De quién coño te estabas vengando
el tiempo que yo estaba a tu lado?

A las ruinas se les permite ser
tan venenosas
cono encantadoras sean.
Y tú eras el súmum.
De esto que me cegaste
hasta que los puñales ta estaban en la espalda,
y no me atreví a gritar porque estaba sedado.

Y ahora estoy aquí, como un imbécil,
escribiendo lo que debería gritarte
para hacerte sentir culpable
de tu maldad, inconsciente,
pero no por eso menos hiriente.

Ahora estoy aquí, solo,
mucho mejor que contigo.
Y no, eso no es lo que siento,
pero sí es lo que sé.
Y no puedo traicionarme más veces.

Si alguno conoce algún día al Amor
decidle que es un hijo de puta.
Sin comillas.
Decidle que a mí no me joda más.
Que ya ha hecho suficiente.
Que ya no puedo ser feliz.
Que lo ha conseguido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario